Un país sorprende al mundo vendiendo más de 2 millones de coches eléctricos: el secreto no es tecnología, es que sean baratos

Rompiendo récords sin hacer ruido
Cuando se habla de coches eléctricos, el foco suele caer siempre en China, Estados Unidos o Europa. Pero mientras todos miran hacia donde brillan los reflectores, hay un país que ha metido un golazo por la escuadra en el terreno de la movilidad eléctrica. Hablamos de una nación que ha superado la barrera de los 2 millones de vehículos eléctricos vendidos, sin alardes tecnológicos ni marcas de lujo… solo con precios bajos.
Este país ha apostado por una fórmula simple pero contundente: hacer que los eléctricos sean accesibles para todos. Ni coches premium, ni estrategias de marketing rimbombantes, ni avances futuristas de autonomía. Aquí el plan ha sido vender lo justo, al precio justo, a personas reales que solo quieren moverse sin gastar una fortuna.
Precios que hacen temblar al mercado
La receta del éxito ha sido sencilla: coches eléctricos que cuestan menos que un scooter premium. Literal. En este país puedes encontrar modelos nuevos con precios que rondan los 5.000 a 10.000 euros, una locura si se compara con los precios europeos, donde un modelo medio no baja de los 30.000 sin ayudas.
Y ojo, no estamos hablando de latas con ruedas. Estos coches cumplen con lo básico: autonomía suficiente para la ciudad, dimensiones compactas, aire acondicionado y conectividad simple. No tienen pantallas de 50 pulgadas ni conducción autónoma, pero hacen lo que tienen que hacer: moverte sin contaminar, sin ruido y sin arruinarte.
Infraestructura modesta pero funcional
Otro de los puntos fuertes ha sido entender que no todo el mundo necesita una estación de carga rápida en su calle. En este país, la mayoría de los coches eléctricos se cargan en casa o en puntos comunitarios. No hay una red descomunal de cargadores ultrarrápidos, pero los conductores no lo ven como una limitación.
Es una cultura diferente: se carga por la noche, se conduce de día, y listo. Como tener un móvil que sabes que enchufas cuando llegas a casa. Nada de dramas por no tener 600 km de autonomía. Aquí el promedio diario de conducción está por debajo de los 40 km, así que no hay por qué volverse loco con baterías gigantes.
Modelos locales que dan la talla
La mayoría de los modelos vendidos han sido de fabricación local. Las marcas del país han entendido las necesidades reales del público y han adaptado sus productos a ello. Nada de “SUV eléctricos deportivos urbanos de lujo”. Aquí reinan los hatchbacks simples, los cuadriciclos eléctricos y pequeños utilitarios que caben en cualquier rincón del tráfico.
Además, al tener producción nacional, los costes se reducen y eso permite mantener los precios bajos. También ha ayudado que el gobierno haya impulsado programas de apoyo a la industria, pero sin regalar coches ni meter subsidios millonarios. La clave ha sido fomentar la oferta más que la demanda, dejando que el mercado se equilibre por sí solo.
¿Qué puede aprender el resto del mundo?
Lo que demuestra este país es que no hace falta esperar a que Tesla saque un Model 2 o que Europa diseñe el “perfecto urbano eléctrico del futuro”. Lo que hace falta es coherencia con las necesidades de la gente. No todo el mundo quiere un coche que haga el 0 a 100 en 3 segundos o que tenga 800 km de autonomía. La mayoría solo quiere ir al trabajo, recoger a los niños, hacer la compra, y volver a casa. Y hacerlo sin dejarse el sueldo en gasolina.
Este país ha entendido eso, y por eso ha conseguido meter más de 2 millones de coches eléctricos en sus calles. Lo ha hecho sin gritar, sin grandes campañas, sin buscar ser el primero en todo. Lo ha hecho con una fórmula silenciosa pero eficaz: ofrecer coches que la gente puede pagar.