Robo masivo en fábrica de Kia en India: desaparecen 900 motores en cinco años

Una red interna organizada ejecutó el saqueo sin ser detectada durante media década
Una situación insólita ha salido a la luz desde la planta de Kia India Private Limited, ubicada en la región de Penukonda, estado de Andhra Pradesh. Un total de 900 motores desaparecieron misteriosamente a lo largo de cinco años sin que nadie en la empresa notara el faltante. No fue hasta principios de 2025, durante una auditoría rutinaria de inventario, cuando se detectó la ausencia de cientos de unidades que, según los registros, nunca llegaron a su destino o fueron instaladas en vehículos.
Las primeras reacciones dentro de la compañía oscilaron entre el desconcierto y la preocupación. ¿Cómo es posible que una planta de alta producción, equipada con sistemas de control automatizados, no detectara un desvío tan grande de componentes clave como los motores?
Una operación a largo plazo ejecutada desde dentro
Tras conocerse los resultados de la auditoría, se inició una investigación interna que rápidamente pasó a manos de las autoridades locales. En una primera etapa se sospechó de posibles fallos en la logística o errores contables. Sin embargo, la investigación reveló una realidad mucho más grave: el robo había sido orquestado por empleados de la propia planta.
Según los reportes preliminares, un grupo reducido pero coordinado de trabajadores manipuló registros de inventario y sistemas de seguimiento, lo que permitió la desaparición sistemática de los motores sin dejar rastros visibles. Cada unidad fue sustraída de manera metódica, evitando levantar sospechas y aprovechando puntos ciegos en los controles de salida y recepción de material.
El hecho de que los motores se transportaran dentro de la misma planta o en vehículos autorizados por personal con acceso operativo facilitó la ejecución del plan. Algunos informes indican que los motores robados habrían sido almacenados temporalmente en instalaciones cercanas antes de ser distribuidos o vendidos en el mercado negro.
Un golpe millonario con impacto en reputación, no en producción
Kia India, que fabrica entre 300.000 y 400.000 vehículos anualmente en esta planta, aseguró que la producción no se vio afectada directamente. La pérdida, si bien cuantiosa, representa una fracción del total de componentes utilizados por la fábrica cada año. No obstante, el daño a la imagen corporativa y la confianza en los sistemas de control es considerable.
La desaparición de 900 motores implica una pérdida que se estima en millones de dólares, considerando no solo el valor de los componentes, sino también los costes asociados a la investigación, reforzamiento de protocolos, y posibles litigios o procesos penales en curso.
El caso ha generado una respuesta inmediata dentro de la empresa: se está llevando a cabo una revisión completa de los procedimientos de control interno, se han reforzado los sistemas de videovigilancia y se ha suspendido temporalmente a parte del personal de almacén y logística mientras se esclarecen responsabilidades.
Producción orientada al mercado local e internacional
La planta de Penukonda produce modelos como el Kia Seltos, Carens, Sonet y Syros, con un enfoque principal en el mercado indio, pero también con exportaciones regulares a regiones de Asia, África y América Latina. Estos vehículos utilizan motores de distintas especificaciones, algunos de los cuales podrían haber estado entre los componentes robados.
Aunque todavía no se ha determinado si las unidades sustraídas estaban destinadas a vehículos específicos o eran de múltiples tipos, se baraja la posibilidad de que fueran revendidas a talleres clandestinos, intermediarios de autopartes o incluso utilizados para ensamblaje de vehículos no registrados.
Infiltración, manipulación y silencio
Una de las revelaciones más sorprendentes del caso es el tiempo durante el cual esta operación permaneció activa sin ser descubierta. Los implicados habrían comenzado su plan en 2020, y durante cinco años operaron con discreción y precisión. Aprovechaban turnos nocturnos o momentos con menor supervisión para ejecutar los movimientos, siempre asegurándose de que las cifras de inventario encajaran en el sistema.
Varios implicados habrían recibido compensaciones económicas a cambio de su colaboración o silencio. Algunos de ellos formaban parte del equipo logístico, mientras que otros tenían roles en mantenimiento o supervisión de línea, lo que les otorgaba acceso privilegiado a zonas clave de la planta. Esto permitió burlar múltiples puntos de control.
El caso ya está en manos de las autoridades estatales y se espera que en las próximas semanas se presenten cargos formales contra los responsables identificados. La empresa también ha iniciado un proceso de reestructuración interna para evitar que hechos similares vuelvan a repetirse en el futuro.